martes, 29 de marzo de 2011

Las diez guerras perdidas de Felipe Calderón

NC-2011-03-29-1
LAS DIEZ GUERRAS PERDIDAS DE FELIPE CALDERÓN
Por
Ramón Alberto Garza
Fuente: Ramón Alberto Garza. “Diez guerras perdidas de Felipe Calderón” Reporte Índigo, núm. 220: Diez guerras perdidas de Felipe Calderón, 11 de marzo de 2011, pp.1-4, http://www.reporteindigo.com/

1.     LA GUERRA AL NARCOTRÁFICO
Cuando el primero de diciembre Felipe Calderón tomó posesión como presidente de México, fueron su necedad, terquedad y obstinación las que hicieron posible su legitimación en el papel.
Viniendo de una muy cuestionada elección frente a Andrés Manuel López Obrador, la apuesta era que no entraban ni él ni Fox al recinto de San Lázaro para consumar la transmisión de poderes y la colocación de la banda presidencial.
Pero apenas se vio la tela tricolor en el pecho, Felipe Calderón intentó recuperar la legitimidad cuestionada con un Quinazo al estilo de Carlos Salinas o un Raulazo Salinas de Gortari del corte de Ernesto Zedillo.
Y no eligió mal. El flagelo del narcotráfico y del crimen organizado trastocaban ya el tejido político, social y económico de muchas regiones de México.
Tanquetas por delante, enfiló a su natal Michoacán para sacar al Ejército a las calles y dar una demostración de fuerza que todavía hoy se cuestiona si era necesaria.
Nadie dudamos de la urgencia del combate, nadie pone en tela de juicio que hay que frenar el veneno de la sociedad que ya impuso un estado sobre otro Estado. Eso es digno de aplauso.
El cuestionamiento radica en si la estrategia de sacar a las calles a los militares y a la Marina era el camino más efectivo. Treinta mil muertos en cuatro años y un crimen que avanza rampante dan la respuesta incuestionable.

2.     EL CAPRICHO DE GARCÍA LUNA
No se puede hablar de la guerra contra el narcotráfico sin hablar de Genaro García Luna.
A estas alturas del sexenio, muy pocos entienden por qué el presidente sostiene a un incompetente que tiene todas las presunciones de ser un corrupto al servicio de los cárteles. Sobran los que le dicen “el favorito”.
“¿Qué le da?”, “¿De dónde lo tiene agarrado?”, “¿Qué grabaciones le tiene?”, son los cuestionamiento más frecuentes cuando se peguntan por qué García Luna es de los muy escasos secretarios de Estado que a pesar de su pésimo desempeño, se mantiene intocable.
Desde el caso del niño Martí, pasando por el de la señora Wallace y ni se diga el caso de la francesa Florence Cassez, ningún cuestionamiento parece tocarlo. Hasta se da el lujo de aparecer esporádicamente, cuando quiere, dejándole al presidente la ingrata tarea de ser él quien dé la cara por sus incompetencias.
Habiendo superado a sus mentores Jorge Tello Peón y Wilfrido Robledo, y presumiendo que su inamovilidad se la da el apellido Slim, dedica sus mejores tiempos a seducir comunicadores para contarles el cuento de cómo la guerra perdida está ganada.
Nunca se le ha visto confortando a la familia de una víctima inocente, nadie sabe las matemáticas que hace con sus finanzas para tener dos casas y un rancho con el modesto oficio de servidor público.
Por ahora marea al presidente con la promesa de que tiene en su poder los expedientes de dos o tres gobernadores priistas ligados al narcotráfico, y que con eso, el PAN o la alianza impedirán el regreso del tricolor a Los Pinos.

3.     LA GUERRA CONTRA EL PRI
Sin la legitimidad que le prestó el PRI a Felipe Calderón el primero de diciembre de 2006, el presidente no estaría despachando, o lo estaría haciendo en muy precarias condiciones.
Fueron los buenos oficios tricolores los que frenaron la ola amarilla que amenazaba con impedir que Vicente Fox colocara la banda presidencial a su sucesor.
La maniobra resultó, se destapó el champagne y, desde ese momento, Felipe Calderón juró amor eterno a los priistas que lo sostuvieron en los momentos más oscuros de los inicios del sexenio.
Y no era para menos. De la mano del voto priista comandado por Carlos Salina de Gortari, con Elba Esther Gordillo como comandanta en jefe y una artillería de seis gobernadores Tucom, Calderón pudo imponerse –haiga sido como haiga sido– al “peligro para México”.
Los planes del cogobierno para sacar adelantes las reformas fiscal, energética y laboral terminaron en engendros mal concebidos.
Y al que lo dude, que recuerde la urgencia con la que se planteaba la reforma energética para construir hace años una moderna refinería que todavía hoy no se traza.
Pero algo pasó en el camino que a pesar de los buenos oficios de la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, las relaciones entre el presidente y el PRI se agriaron al grado del rompimiento. O mejor dicho, de la obsesión.
Hoy la única necedad, terquedad y obstinación de Felipe Calderón es que el PRI no regrese a Los Pinos. Y si para eso tiene que aliarse con “su diablo”, el PRD, el precio bien lo vale.

4.     LA GUERRA CONTRA EL PAN
Muy poco hay que decir de esta guerra que Felipe Calderón la tiene más que perdida. Ni en su partido lo quieren.
Y eso quedó demostrado en la última elección del presidente nacional albiazul, cuando su hombre, Roberto Gil, no fue capaz de derrotar a Gustavo Madero.
Los panistas le perdieron la fe a su líder. Lo hicieron cuando al más puro estilo piista impuso a Germán Martínez para que terminara de cocinar la peor debacle política con el PAN en el poder. Masacre de guerra.
Le perdieron el respeto a Felipe Calderón cuando, también por dedazo, le dio el beneficio de la duda a César Nava para que recuperara el terreno perdido. Las alianzas con el PRD en Oaxaca, Sinaloa y Puebla salvaron cara, pero no le parecieron suficientes.
Por eso, cuando vino el relevo de cuadros, Felipe Calderón se invistió de los defectos de Enrique VIII. Y empleando a Patricia Flores como su Ana Bolena, pretendieron imponer a Roberto Gil Zuarth como el nuevo dirigente.
La corte tradicional se alzó en rebelión, y con Margarita Zavala al frente, impulsaron la candidatura ganadora de Gustavo Madero, el Tomás Moro legislativo. El enojo presidencial llegó hasta la decapitación de Juan Molinar Horcasitas como secretario de Comunicaciones.
Por ahora, lo único cierto es que si alguien no tiene los hilos de la sucesión presidencial de 2012 es Felipe Calderón. Sobre todo cuando minimiza a sus generales para salir a decir que el postulado podría ser un ciudadano no panista.

5.     LA GUERRA DE LOS PASTELES
Cuando Felipe Calderón decidió faltar no repatriar a Florence Cassez con base en el Tratado de Estrasburgo, le declaró la guerra a una superpotencia.
Y en esta batalla, el presidente no midió la posibilidad de terminar derrotado.
Desde "la guerra de los pasteles", las relaciones entre México y Francia no habían estado tan deterioradas como hoy.
Y es que no sólo se cancelaron las actividades del Año de México en Francia, sino que se volvieron a exhibir las miserias del sistema de justicia mexicano. En parte, gracias al montaje que armó el secretario favorito del presidente, Genaro García Luna.
Cada día son más los que están convencidos de que Florence Cassez no fue juzgada conforme a un debido proceso.
Como también, cada día es más sabido que el secretario de Seguridad Pública ha sido el principal promotor de la satanización de la prisionera francesa, quien lo exhibió públicamente como el que instrumentó el montaje televisado de la supuesta liberación de dos secuestrados.
Sin embargo, esto no es todo. Para muchos, Felipe Calderón le ganó la partida a Nicolas Sarkozy con la negación del amparo dictada por el Séptimo Tribunal Colegiado de Circuito. Lo cierto es que pudiera darse el caso de que Florence Cassez sea liberada.
Y es que la Suprema Corte de Justicia ya admitió el recurso interpuesto por Agustín Acosta, abogado de Cassez, para que se revise el caso. Esto aun y cuando se suponía que el Tribunal Colegiado había sido la última instancia en definitiva.
Para colmo, según fuentes estrechamente vinculadas al caso, el gobierno de Sarkozy podría tener suficientes evidencias que presuntamente probarían que el gobierno de Calderón presionó a los magistrados del Tribunal Colegiado para que le negaran el amparo a Florence Cassez.
Y que precisamente por eso, de manera por demás excepcional y extraordinaria, la Suprema Corte resolvió revisar el caso. 

6.     LA GUERRA CONTRA ESTADOS UNIDOS
Casi desde que inició el sexenio, las relaciones de México con Estados Unidos se deterioraron rápidamente. A partir de entonces, la embajada norteamericana empezó a cuestionar el desempeño del gobierno mexicano.
Y es que mientras Felipe Calderón le declaraba la guerra al narcotráfico, cada día era más evidente que su estrategia era un fracaso.
Para 2009, la situación ya era muy grave, y el presidente decidió entonces declarar otra guerra para justificar sus fallas. Esta vez, contra el gobierno de Estados Unidos.
Según la explicación oficial, si había más muertos en México, se debía a la "cooperación insuficiente" de los gobiernos estadounidenses para disminuir el consumo de drogas en su país, así como a su negligencia para impedir el tráfico de armas hacia el territorio mexicano.
El colmo fue cuando el 3 de marzo pasado, el presidente Calderón en una entrevista para el Washington Post, siguió culpando al gobierno de EU de no actuar para impedir la exportación de armas.
Por eso no es difícil entender que después de la visita de Calderón a Washington, el gobierno de Obama decidiera ratificar al embajador Carlos Pascual contra los deseos del presidente mexicano.
También es entendible la declaración que hizo la secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano el 9 de marzo ante un Comité Legislativo: “Seguimos muy preocupados por la violencia de los cárteles de la droga en México y tenemos que protegernos vigorosamente contra los efectos de un potencial desbordamiento (de esa violencia) a Estados Unidos”.

7.     LA GUERRA DE SU EQUIPO INTERNO
La guerra entre los colaboradores y amigos más cercanos de Felipe Calderón también ha causado bajas, desafectos y resentimientos.
Basta revisar quiénes iniciaron en el gobierno como los más cercanos, para darse cuenta de que la mayoría de ellos ya no están en el ánimo íntimo del presidente.
Uno de los primeros en salir fue César Nava, quien empezó el sexenio como secretario particular del mandatario y hoy es un diputado más de la bancada del PAN.
Es cierto que después de la muerte de Juan Camilo Mouriño, con quien Nava tenía una especie de rivalidad, el michoacano salió de la Secretaría Particular para ocupar la Presidencia de Acción Nacional.
Pero también es cierto que un día Nava perdió toda comunicación con la casa presidencial y fue prácticamente obligado a desistir de su intención de continuar al frente del blanquiazul.
Hoy Nava es simplemente un diputado más, como lo es Francisco Ramírez Acuña, quien otrora fue el principal protector de Felipe Calderón, y por lo mismo fue designado secretario de Gobernación.
Sus conflictos con Mouriño, entre otras cosas, lo sacaron del gabinete.
Otra víctima de las guerras de Calderón fue Max Cortázar. El vocero que ocupaba el puesto, pero nunca lo fue.
Terminó hecho añicos después de sus confrontaciones con Patricia Flores Elizondo, ex jefa de la Oficina de la Presidencia de la República, quien también tuvo que salir de Los Pinos.
Ni qué decir de Juan Molinar Horcasitas. Después haber sido director general del IMSS y secretario de Comunicaciones y Transportes, hoy está prácticamente confinado en una posición burocrática del CEN panista.
Sin duda, hay muchos casos más que ponen de manifiesto que la explosividad y la desconfianza que siempre han caracterizado a Felipe Calderón lo están llevando a perder la guerra contra la soledad. 

8.     LA GUERRA ENTRE LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD
 El presidente lo niega, pero la confrontación interna entre los hombres clave de su gabinete de seguridad ha sido una realidad desde que inició su administración.
Y es que para nadie es un secreto que aun antes de que Felipe Calderón asumiera el poder, una buena parte de los más altos oficiales del Ejército Mexicano le advirtieron, a través de Juan Camilo Mouriño, sobre los enormes riesgos que entrañaba el nombramiento de Genaro García Luna como secretario de Seguridad Pública.
Sin embargo, tanto Calderón como Mouriño, por alguna poderosa razón que aún se desconoce, prefirieron ignorar la advertencia del Ejército y convirtieron a García Luna en el mandamás y favorito del poder presidencial.
De ahí que también el ex procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, al igual que el actual, Arturo Chávez Chávez (de quien se dice que pronto renunciará), tuviera serias confrontaciones con la SSP federal.
Los conflictos entre los diversos cuerpos armados del Estado mexicano también involucran a la Secretaría de Marina. Ciertamente, una institución con menos hombres y armamento, pero que cuando actúa, lo hace con asombrosa eficacia, y a la que se le atribuye contar con el beneplácito del embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual.
Quizá por eso Felipe Calderón montó en cólera cuando se enteró que el embajador norteamericano, entre otras cosas, envió este reporte a Washington:
"Las instituciones de seguridad de México son a menudo presas de una competición de suma cero, en la que el éxito de un organismo se ve como el fracaso del otro. La información se guarda celosamente y las operaciones conjuntas son casi desconocidas".

9.     LA GUERRA DE LAS TELECOMUNICACIONES
Al inicio del sexenio ya se venía venir esta guerra.
Se trataba de una inminente gran conflagración que Reporte Indigo anunció desde hace más de tres años.
Sin embargo, Felipe Calderón la dejó correr, y hoy se encuentra atrapado en medio de los peligrosos fuegos cruzados de quienes se disputan el poder de la televisión y el negocio de las telecomunicaciones.
En una esquina está Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, dominante en la telefonía mexicana y controlador de las tarifas de interconexión.
En la otra están Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, dueños de las audiencias de las pantallas de televisión y de la imagen de los funcionarios y políticos mexicanos.
¿Quién ganará, quién perderá? Es difícil saberlo, lo que sí es un hecho es que esta guerra la lleva perdida el único que podría haberla evitado.
Se trata de Felipe Calderón, quien por acción o por omisión, no supo, o no quiso, controlar este conflicto para que en lugar de 2 ó 3 jugadores, hubiera condiciones de equidad para que Slim, Azcárraga, Salinas o “Juan Pérez”, pudieran competir a base de mejores precios y servicios.
Condiciones que no sólo permitieran ganar a los prestadores de estos servicios públicos que son objeto de una concesión, sino también al gran público que paga por ellos y que tiene derecho a recibir la mejor calidad al mejor precio. 

10.  LA GUERRA CONTRA EL EMBAJADOR PASCUAL
"Yo, al embajador estadounidense no tengo por qué decirle cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad ni qué digo; la verdad es que no es un asunto de su incumbencia".
Eso fue lo que dijo Felipe Calderón en una entrevista concedida al periódico El Universal el pasado 28 de febrero.
Con estas palabras, hacía público el estatus de su guerra contra el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual.
¿Por qué este conflicto? Existen al menos dos razones.
La primera obedece al ámbito de las relaciones personales del diplomático. Felipe Calderón se queja en corto de que Pascual está vinculado sentimentalmente con una hija de Francisco Rojas Gutiérrez, coordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados.
Supuestamente, eso hace que los juicios del embajador estén sesgados.
La segunda razón es la que ya ha expresado públicamente el presidente Calderón: "Ese señor es un ignorante que distorsiona lo que realmente sucede en México".
Y es que en los cables difundidos por WikiLeaks se advierte que casi desde que Carlos Pascual se instaló en México, se formó un juicio adverso sobre el desempeño del mandatario.
Además, sus apreciaciones sobre la falta de coordinación y capacidad de los cuerpos de seguridad del gobierno irritaron a Calderón.
Por eso, en un intento casi desesperado por lograr que Barack Obama removiera al embajador, Calderón se volvió a quejar de Pascual.
"Es difícil construir la confianza, pero es fácil perderla", dijo el mandatario mexicano al Washington Post.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos contestó a través de P.J. Crowley, vocero del Departamento de Estado.
"En nuestra opinión, está haciendo una labor tremenda en nombre de la relación bilateral entre Estados Unidos y México, y desconozco que haya planes de ajustar su estatus".
Otra derrota para Felipe Calderón

miércoles, 16 de marzo de 2011

Ponencia de Pedro Guadiana en UAEMex. Marzo 16, 2011

REIVINDICACIÓN DEL ABSTENCIONISMO ELECTORAL COMO UNA ALTERNATIVA REAL Y VÁLIDA DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN EL DEVENIR DE UNA NACIÓN
Ponencia de Pedro Guadiana García en la Universidad Autónoma del Estado de México el 16 de marzo de 2011


Contenido
Introducción.
El devenir es producto de la acción conjunta de los contrarios.
El entorno de descomposición nacional incluye votantes y abstencionistas.
En este entorno se da la oferta política electoral: votantes y abstencionistas eligen.
Una hipótesis sobre el nivel de toma de decisiones de votantes y abstencionistas.
Después de la “fiesta ciudadana” se mantiene el status quo, independientemente del triunfador.
El punto de inflexión para un cambio no pasa necesariamente por las urnas.
La prueba de verdad de la democracia es la reciprocidad gobierno-gobernados.
Propuestas de agenda de cambio, que incluya a votantes y abstencionistas.



Introducción

¿Son acciones mutuamente excluyentes el abstencionismo y el sufragio en el acontecer de un país? ¿Son las únicas formas de actuar antes, durante y después de los procesos electorales? ¿El voto es contribución y participación, en tanto la abstención es retroceso y exclusión? ¿Son los votantes el noble linaje de la democracia y somos los abstencionistas su anatema o estirpe bastarda?
Esta percepción tiene su origen en la acentuación y reproducción intencional de la lógica dicotómica, característica de las sociedades occidentales:
Lógica dicotómica o bivariada
Lógica multivariada, borrosa o difusa
Sólo admite una decisión
·         Sí ó no
·         Blanco ó negro
·         Castrista ó anticastrista
·         Izquierdista ó derechista
·         Cierto o falso
·         Probable ó improbable

·         Objetivo ó subjetivo, absoluto ó relativo, racional ó emocional
·         Votante ó abstencionista. Por lo tanto, votante = ciudadano civilizado, bueno, responsable, con derecho a opinar y criticar. Abstencionista = ciudadano incivilizado, bárbaro, negligente, irresponsable, sin derecho a opinar y criticar
Admite estadios intermedios o híbridos
·         Sí y no. Sí, no, tal vez
·         64 tonalidades de grises
·         En qué se es castrista, en qué no se es anticastrista
·         Parte cierto, parte falso
·         Probabilidad mínima, baja, media, alta y muy alta
·         Niveles intermedios entre los extremos
·         Votantes activos y pasivos antes y después del sufragio
·         Abstencionistas activos y pasivos antes y después del evento electoral
·         Votantes aislados y organizados
·         Abstencionistas aislados y organizados
·         Votantes y abstencionistas delincuentes
·         Hipervotantes (“mapaches”)
·         Votantes irresponsables, abstencionistas responsables y viceversa



El devenir es producto de la acción conjunta de los contrarios

La lógica bivalente busca la supremacía sobre la polivalente y se erige en un factor importante de confrontación y polarización: tenemos así a los pacíficos y los violentos (Calderón), a la mafia y al movimiento (AMLO), por mencionar dos casos. El acontecer, que supone la incidencia de actores contrarios (Antiperístasis[1] Exponencial), opera con borrosidad con un sinfín de posibilidades:
Claro está que existen decisiones o resultados dicotómicos o bivariados: la final de una Copa del Mundo de Futbol genera un campeón y un subcampeón. Sucede lo mismo en la cuestión electoral. En el caso mexicano un candidato presidencial puede ganar pero su partido puede ser minoría en el Congreso (lógica multivariada o borrosa).



El entorno de descomposición nacional incluye votantes y abstencionistas

Votantes y abstencionistas son parte del problema y de la solución. El problema es la actuación individual inconexa antes, durante y después de la elección. La solución implica participación colectiva antes y después de la elección.
Los actores del devenir nacional no vienen en naves extraterrestres, salen de nosotros, son nosotros, somos nosotros, votantes y abstencionistas. Hagamos un leve acercamiento a las principales problemáticas desde la óptica de un cuestionamiento fundamental ¿hay aquí votantes y abstencionistas? La respuesta de antemano es un contundente “sí”.
En el ámbito político:
·         Gobierna una kakistocracia, el gobierno de los peores: los improvisados, los amigos, los leales, los corruptos, los narcos.
·         El Estado ha perdido el monopolio de la fuerza. La ingobernabilidad es creciente.
·         En algunas regiones el Estado ha perdido el monopolio del cobro de impuestos.
·         Se mantiene y refuerza el voto corporativo, cooptado, comprado, traicionado, zigzagueante, prostituible.
·         Todos los posibles candidatos, de todos los partidos, le tienen miedo a la democracia o la desprecian.
·         Brecha entre “representantes” y la mayoría “representada”. Dichos representantes actúan a favor de minorías poderosas. Los responsables de la conducción del país se toman vacaciones en momentos críticos.
·         Sumisión del Estado a poderes fácticos, grupos de poder, interés  y de presión.
·         Violación de principios doctrinarios[2]. El ciudadano que vota por un partido de izquierda, derecha o centro repentinamente amanece “representado” por un “ex” de otro partido que repentinamente “adopta” un ideario a veces contrario al que representaba. Se han dado casos en que simultáneamente diputados con licencia de un partido contienden por otro.
·         Cinismo, falta de liderazgo, credibilidad y autoridad moral y social.
En la esfera jurídica:
·         Inseguridad creciente. Levantones, secuestros, guerra.
·         México es un país de leyes y no de justicia ha sentenciado Human Right Watch. Se promulgan leyes y reformas que atentan contra la justicia y que favorecen intereses de predominio del status quo.
·         Persiste la impunidad ante el saqueo de recursos de la nación[3].
·         Se incrementa la impunidad, ineficiencia, ineficacia, inefectividad, improductividad ante la denuncia ciudadana.
En la esfera social:
·         Desalineación de la sociedad a principios y reglas, con la consecuente corrupción.
·         Concepción de la ley como algo lejano y negociable.
·         Desinterés, negligencia, ignorancia.
·         Escasa posibilidad de movilidad social. La fuga de cerebros por falta de oportunidades, los ni-ni.
·         Se vive ya un estallido social o, según otras perspectivas, una implosión social. Están peleando mexicanos contra mexicanos, en la que otros analistas identifican como guerra civil. Al hablarse de 1810, 1910 y 2010, mucha gente niegan esto porque quizá pensó o piensa en adelitas e insurrectos guerrilleros pero no: la convulsión está aquí y es peor. En 1810 estábamos iniciando la construcción accidentada del Estado, en 1910 hubo revolución (o distintas revoluciones: la del norte, la del centro y la del sur, la de los hacendados, la de los campesinos, la de los anarquistas…) contra un gobierno, no contra el Estado. En 2010 es peor, el que está en peligro es el Estado mismo[4].
·         Se agudizan las contradicciones sociales, lo cual puede generar un escenario propicio para quienes conciben el cambio por la vía de las armas.
En el terreno institucional:
·         Degradación de instituciones fundamentales del Estado.
·         Predominio de monopolios públicos y privados.
En lo económico:
·         Dominio de oligopolios que inhiben la competitividad y el crecimiento.
·         Estancamiento económico con baja inflación: estanflación.
·         Remesas, narcotráfico e informalidad sostienen gran parte de la economía.
·         Incremento del desempleo.
·         Escaso apoyo a PYMES.
·         Evasión de impuestos en todos los niveles. En los niveles altos se actúa con indecencia y deshonestidad pagando cantidades irrisorias. En los niveles medios y bajos, al no sentir reciprocidad[5], se busca regatearle el estado lo poco de renta que se genera.
En este entorno operan votantes y abstencionistas. Todos hemos contribuido para generar este escenario de caos sistémico, donde los problemas descritos son regla y no excepción Estamos en el límite para convertirnos en un Estado Fallido. Empeoramos al ubicarnos en la posición 98 (de un total de 177 países estudiados) en el ranking del Índice de Estados Fallidos 2010[6].



En este entorno se da la oferta política electoral: votantes y abstencionistas eligen

Salvo el voto cautivo o duro y el corporativo de los tres principales partidos, se sabe que quienes deciden las elecciones son los indecisos y/o los moderados, muchos de los cuales eligen en el último momento. El votante individual o corporativo es rehén de prácticas de gobierno de arriba abajo y de la manipulación de poderes fácticos[7]. El de arriba ofrece. El de abajo valora la oferta con distintos niveles de análisis pero no demanda o, si lo hace, sus demandas se pierden en el camino hacia arriba. El de arriba es asistencialista, cede marginalmente, casi siempre por presión social nacional –generalmente bajo la forma de brotes de hartazgo- o internacional– como son: requisitos para firmar un tratado, suscribir un convenio o para pertenecer a determinados organismos internacionales.
El Establishment[8], se da a la tarea de impulsar el “cambio” para que nada cambie, mover piezas aquí y allá pero sin modificar radicalmente estructuras[9] manteniéndolas incólumes. Y para lograrlo, utiliza al electorado. Es decir, los poderes fácticos colocan indirectamente a los gobernantes a través de los votos de los ciudadanos ¿Cómo hacen las cuentas? Los políticos así: “mi voto duro, militante, de tantos millones, lo comparo contra el voto duro de mis contendientes, ubico el número de moderados e ‘indecisos’, calculo el abstencionismo, hago proselitismo para obtener una proporción importante de los zigzagueantes y si los convenzo gano esto, pierdo aquello, tengo estas monedas de cambio, negocio adhesiones, carteras, contrato consultores especialistas en golpes bajos, mapachería incluida (por cierto, hipervotantes), claro que con baños de pueblo y concesiones o dádivas que mantengan mi clientela electoral, porque mi proyecto es transexenal…” y así por el estilo. Los poderes fácticos públicos y privados invierten recursos (dinero, tiempo, espacio, personas, materiales, etc.) en todas las fuerzas políticas, contribuyen en la manipulación de la percepción, provocan preferencias hacia unos y miedos y terrores hacia otros, realizan aportaciones por medios lícitos e ilícitos para el logro de la victoria de su favorito, a cualquier precio, como sea y finalmente exigen el pago de facturas: “pongan a este en tal secretaría, a este otro en tal institución, a este como coordinador de la comisión, ‘a mí me dejan las telecomunicaciones’, ‘esa ley no pasa papá’, ‘como tú digas mi rey’, a mí no me toquen el sindicato, a mi no me toquen mi dominancia en el mercado, es más requiero ampliarla, a mí háganme ganar estas licitaciones, a mi déjenme hacer mi sindicato blanco, desalinearme a principios, reducir salarios y prestaciones, despedir y vomitar gente a la informalidad, violar sus derechos para luego acusarla de ser informal y endilgarle campañas ‘a favor de lo mejor’, ‘no a la piratería{, claro usando siempre la decente ‘voz de las empresas’ porque los que violan principios son otros y no nosotros, nuestras empresas, nuestros organismos o nuestros grupos”.
No obstante lo anterior, el refuerzo del establishment es consistente: “Si no votas ¡Cállate!”, “No critiques, no opines porque no votaste”:
Surge aquí la pregunta clave: “si ninguna oferta representa mi interés ni, desde mi paradigma, el interés colectivo ¿He de votar por alguien? ¿Por el menos malo? ¿Por qué no hay de otra? ¿Para ser buen ciudadano? ¿Para evitar críticas?”.
Y llega el momento crucial de la decisión:
·         El votante sufraga por alguien o contra alguien o porque no hay de otra o por el menos malo o por ser buen ciudadano. El votante elige u opta por una oferta.
·         El abstencionista elige no elegir, en el mejor de los casos, porque en otros ni se entera o no le interesa.
El abstencionista ha sido condenado. Sin embargo, pocos ven en este acto varios mensajes poderosos: “no me interesa la política”, “me interesa la política pero no la clase política que tenemos”, “no doy mi aval ni legitimo este sistema decadente”, “ninguno incluye mis demandas en su programa de gobierno”, “mi abstención es una participación en el devenir nacional, fuera del ámbito electoral, porque busco incidir permanentemente en procesos de cambio de abajo arriba y no quiero dejar los asuntos que me concierne resolver en manos de políticos corruptos, ineficientes e ineficaces”. Pero ¿realmente así piensan?
El votante ha sido ensalzado. Pero ¿le interesa la política, la cosa pública? ¿Ha extendido un cheque en blanco? ¿Su voto fue condicionado, crítico, auditor? ¿Fue contra alguien? ¿Legitima a la clase política decadente? Esto nos lleva al siguiente tema.



Una hipótesis sobre el nivel de toma de decisiones de votantes y abstencionistas

Tabla 1. Nivel de toma de decisiones de votantes y abstencionistas






Sería una sinrazón exigir a ambos grupos ubicarse en un alto nivel de análisis porque tendrían que dedicar a esto mucho de su tiempo laboral, social, personal, familiar y eso no les corresponde porque ellos han cedido sus derechos individuales al Estado para que éste, en su representación, garantice la seguridad, sobrevivencia, convivencia y trascendencia de los integrantes de la nación. Esa es la razón de ser del Estado, aunque su participación no debiera sólo presencial en las elecciones ni pasiva o marginal antes y después de ellas.

Después de la “fiesta ciudadana” se mantiene el status quo, independientemente del triunfador

Después de la elección volvemos al status quo precedente. Votantes y abstencionistas fueron actores pasivos. Los primeros sólo sufragaron. Los segundos sólo se abstuvieron en lo individual, sin coordinar esfuerzos colectivos, por lo que su acto es estéril, porque gobiernan de jure la misma clase política y de facto los mismos grupos de poder, de interés y de presión.
Aquí la pregunta para un votante sería: “¿Votaste tú por Ricardo Salinas, Emilio Azcárraga, Carlos Slim, el cardenal Norberto Rivera, Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps y tantos otros? Porque algunos de ellos ejercen gobiernos paralelos, otros hacen leyes que te perjudican y benefician a los grupos verdaderamente representados por estos personajes”. Al final de la jornada ellos ejercen de jure o de facto cargos vitalicios o cuasi vitalicios. Los votantes sufragaron para que ejerzan el poder los mismos, independientemente del triunfador político.
El mandato de todos los ciudadanos –votantes afines, votantes adversos y abstencionistas– es que incluyan sus demandas en sus programas de gobierno y, con mayor razón, las explícitas o implícitas de aquellos que negaron su voto a toda la clase política. La demanda es de bienestar. El abstencionismo se vence con acciones tangibles, auditables y comprobables de impacto social, no con mercadotecnia política. Pero ello requiere de participación activa de votantes y abstencionistas antes y después de las elecciones. Si alguien vota deberá seguir participando en la transformación, si alguien se abstiene también. En suma, si sus actos en el momento electoral fueron parte del problema, sus actos organizados y colectivos fuera de este ámbito son parte de la solución.



El punto de inflexión para un cambio no pasa necesariamente por las urnas

La democracia supone un proceso dialéctico[10] ascendente que, a través de la interacción de los contrarios, genera estadios superiores o de evolución. La democracia es más que pluralismo, elecciones y alternancia. La existencia de “n” partidos y su rotación en el poder, como resultado de un sufragio necesariamente cambiante para que esa rotación se dé, no garantizan la transformación social de la realidad en dirección de una visión de futuro mínima común… de existir ésta.
La acción del voto es un evento estático importante, fundamental y crítico que sucede en un momento determinado, porque decide el destino de una nación y, en estricto sentido, en un escenario optimista, debiera ser el disparador de abajo arriba de eventos dinámicos, acompañados, retroalimentados, vigilados, auditados y evaluados con y por los gobernados, antes, durante y después de las elecciones.
Por lo tanto, si por democracia entendemos el tránsito a la libertad de elección, la satisfacción de necesidades, aspiraciones, búsquedas del ser humano, logro de potencialidades  básicas y superiores, grandes acuerdos para velar por el interés común, Estado de Derecho, profesionalización de la política, control y dominio sobre el territorio y la población, monopolio legal de la fuerza y el cobro de impuestos, procuración de justicia, estabilidad política y económica, movilidad social, instituciones sólidas que sean ejemplo de Gestión Pública, ejercicio responsable del poder, calidad de vida y bien común, podemos deducir que “pluralismo”, “elecciones”, “alternancia” son un subconjunto de la democracia.

La prueba de verdad de la democracia es la reciprocidad gobierno-gobernados

La reciprocidad solo puede constatarse con la participación permanente de los miembros y grupos de la sociedad civil, desde muchas trincheras, no solo las del voto.
¿Hacia dónde va el mundo?
Participación de la polis. La cosa pública es algo tan importante como para dejarla únicamente en manos de los políticos.
·         En Noruega, el país más estable, de acuerdo con el ranking del Índice de Estados Fallidos 2010, primer lugar en índice de Desarrollo Humano[11], “el noruego medio es miembro de cuatro organizaciones y aproximadamente el 70% de la población adulta es miembro al menos de una organización”.
·         En Egipto hay elecciones. Sin embargo, fue la polis apoyada en las redes sociales la que logró deponer a alguien que por la vía del voto se había adueñado del poder.
·        El Club de la Riqueza Alemán, grupo de 51 millonarios que se hace llamar Club de la Riqueza, ofrece pagar 10% de sus ingresos adicionales a los que ya paga para aliviar los problemas tributarios del Estado. No se trata de altruismo sino de tributación. Claro está que este club desea mantener o acrecentar su status quo pero lo hace sabiendo que con mayor recaudación y mejor gestión de recursos se mantendrán o mejorarán las condiciones que permitirá sostener ese club. En tanto, en México las grandes empresas pagan en promedio 1.7% de impuestos (http://www.slideshare.net/pedroguadiana/la-doble-moral-de-algunas-empresas-que-participan-en-el-teletn-6085013).
Los RESULTADOS que deben ser tangibles, además de medibles, lógicos y auditables. No solo de cifras se trata. La ecuación es RESULTADOS = INDICADORES + TANGIBILIDAD ¿De qué sirve tener “indicadores” (hábilmente manipulados) si nos van a decir que el problema de la seguridad es de percepción? ¿Sirve de algo tener algunos buenos indicadores macroeconómicos cuando ello no se refleja en los bolsillos de los mexicanos o se concentra en el bolsillo de unos cuantos? Cito la frase con que durante años iniciaba Julio Boltvinik su columna “Economía Moral” del periódico La Jornada: “La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del ‘libre mercado’: el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente”.


Propuestas de agenda de cambio, que incluya a votantes y abstencionistas

·         Organización. Estructurar una red abstencionista o de voto condicionado que retroalimente información crítica sobre abusos o excesos del poder en ámbitos críticos.
o   Objetivos.
§  Garantizar la libre toma de decisiones con base en información sustentada, respetando credos y preferencias doctrinarias.
§  Coordinar acciones colectivas para generar cambios desde abajo con o a pesar de los políticos en los ámbitos legal, institucional y presupuestal.
o   Segmento social objetivo. Preponderantemente, el ciudadano común distanciado de la política, dado que representa la mayor cantidad potencial de votos y sería el fiel de la balanza. Quitar el poder a la partidocracia y dárselo a la sociedad civil, su verdadero dueño. Bienvenido el círculo rojo.
·         Promover el tránsito de un voto acrítico a uno crítico y auditor. Que una persona vote por alguien no debe convertirlo en incondicional del votado, ni en su defensor a ultranza, sin tolerar la crítica. Traducir el “contigo siempre, aunque traiciones tus promesas de campaña y tu ideario político” a “te di mi voto, te voy a estar vigilando y voy a actuar en consecuencia” o “precisamente porque te di mi voto me tienes que responder”. Este votante debiera ser el analista más crítico de la gestión de su votado.
·         Cambiar la mentalidad individualista y orientarla al colectivismo. Trascender los esfuerzos individuales (“desde mi trinchera”) a cambios logrados por acciones colectivas. Hay que trascender la teoría del cambio que dice que los cambios individuales replicados impactan en un grupo, los grupales en una institución o en una colectividad y estos provocan cambios nacionales.
·         Promover una modificación constitucional que considere estos aspectos: los candidatos a puestos de representación popular harán llegar a todos los domicilios su compromisos concretos y la forma en cómo se van a cumplir y en qué tiempo. Los compromisos serán por escrito, firmados ante notario público, e incluirán no solo objetivos económicos o asistencialistas, sino también políticos como desaparición de cacicazgos, acotamiento de monopolios públicos y privados, sanciones ejemplares a funcionarios incluyendo presidente y ex presidentes. Se harán bajo protesta de que en caso de incumplirlos serán sometidos a proceso legal y, en su caso, sancionados.
·         Promover cambios en el rito de la toma de protesta: “… y si no lo hiciere así, que la nación me lo demande y me sancione”.
·         Explorar las posibilidades de participar en la creación de un medio público, no estatal, de información.
·         Promover la participación de la red abstencionista o red por el voto condicionado en los debates electorales de 2012. El lenguaje políticamente correcto es para los políticos. Debería permitirse a la red, de cara a la nación, preguntarle directamente a los candidatos, cuestiones como la siguientes, con nombres y apellidos. Supongamos que son AMLO, Creel y Peña Nieto:
o   A todos los candidatos:
§  “Explique cómo va a desmantelar los sindicatos de Educación, Pemex que funcionan como operadores electorales y monopolios públicos, en cuanto tiempo. Cuál es el cambio cultural que generará y con quién. No deseamos la sustitución de un líder corrupto por otro igual”.
§  “Cómo va a acotar los monopolios y oligopolios privados que reducen su radio de acción. Hablamos de Telmex, Cemex, Televisa, TV Azteca, Bimbo. Cómo se va a desmarcar de ellos, toda vez que son quienes muy posiblemente lo tienen en esta palestra como su candidato”.
§  “Cuándo serán realidad las modificaciones constitucionales que le obligan a comprometerse ante notario público y enfrentar las consecuencias civiles y/o penales en caso de no cumplir. Diga una fecha aproximada”.
§  “¿Estarían dispuestos a firmar en este momento esos compromisos?”.
o   A AMLO. “¿Podemos pensar en un cambio de rumbo si cuando ejerció usted el poder favoreció a poderes fácticos contra los que ahora dice luchar? Nos referimos al predio regalado a la Arquidiócesis de México ¿Podemos creer en principios y valores cuando sigue operando subrepticiamente para usted René Bejarano y Dolores Padierna, entre otros?”.
o   A Creel. “Cómo creer en su reconversión si primero fue activista pero cuando se desempeño como funcionario de gobierno y precandidato a la presidencia por el PAN autorizó la apertura de centros de juego para Televisa, quien después lo traicionó. Usted reconoció ese error, en lo que parece ser un gesto de arrepentimiento ¿Cómo nos garantiza que no volverá a tener alianzas inconfesables?”
o   A Peña Nieto. “Su estilo de gobernar quedó evidenciado por la represión en Atenco, el caso Paulette, el encubrimiento a Arturo Montiel, el veto a leyes que lo obligaban a transparentar su gestión, las leyes fast track para combatir a las alianzas, su alianza con Salinas, la exposición mediática de su novela rosa de amor, la promoción de Televisa, vía terceras empresas, que en estos momentos va a negar, entre otros aspectos ¿Quién nos garantiza que no reproducirá este estilo a nivel nacional? ¿Cómo va a evadir el pago de facturas por este acompañamiento de Televisa desde 2005 con cargo al erario?”.
Si las respuestas son las conocidas y esperadas (“no se trata de hacer una cacería de brujas”, “no buscamos crear enemigos sino aliados del cambio”, “no tengo evidencias”, “el acusa tiene la carga de la prueba” o “tiene usted que probar lo que está diciendo”), es decir, son ambiguas, podremos contestar:
“Ciudadanos: tradicionalmente, los abstencionistas hemos sido duramente señalados como irresponsables, negligentes, malos ciudadanos. Pero ustedes han sido testigos de que ninguno de estos tres señores está dispuesto a desmantelar las estructuras que mantienen postrado a nuestro país. Por lo tanto, no merecen el voto de nadie. Señores candidatos: Cada quien es libre de elegir. Lo que sí decimos desde este momento es que muchos miembros de esta red trabajaremos para lograr cambios concretos de abajo arriba, con, a pesar o contra ustedes porque es evidente que el status quo se mantendrá con cualquiera de ustedes tres.”


[1] Diccionario de la Lengua Española, 21ª. ed., Real Academia Española. www.academia.org.mx/rae. Acción de dos cualidades contrarias, una de las cuales excita por su oposición el vigor de la otra.
[2] George Benjamin Clemenceau, destacado político y periodista francés, uno de los actores fundamentales en la elaboración del Tratado de de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial (1914-1918) es recordado por esta cita: “un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro; un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”.
[3] Documentada, por lo menos, en los libros “Los cómplices del Presidente” de Anabel Hernández, “Las manos sucias del PAN” de José Reveles y “Camisas azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde los Pinos” de Ana Lilia Pérez.
[4] Giovanni Falcone, el juez antimafia italiano, arteramente asesinado en 1992 por la mafia italiana, dijo alguna vez que la destrucción de una iniciativa de Estado tiene cuatro fases: 1) corromper, 2) amenazar, 3) descreditar y 4) la violencia. En 2010 ya vivimos en ella.
[5] Cuando alguien siente correspondencia desearía hacer contribuciones para que, por lo menos, el status quo se mantenga de acuerdo con sus intereses. Es el caso de Alemania, país que de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en su último reporte de 2009 (el de 2010 se dará a conocer en octubre), tiene un Índice de Desarrollo Humano de 0.947, ubicándose en el lugar 22 del grupo de naciones con el más alto índice. Ahí, un grupo de 51 millonarios que se hace llamar Club de la Riqueza ofrece pagar 10% de sus ingresos adicionales a los que ya paga para aliviar los problemas tributarios del Estado. No se trata de altruismo sino de tributación. Claro está que este club desea mantener o acrecentar su status quo pero lo hace sabiendo que con mayor recaudación y mejor gestión de recursos se mantendrán o mejorarán las condiciones que permitirá sostener ese club.
Cfr. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. http://hdr.undp.org/es/estadisticas/
Cfr. González, Roberto. Millonarios proponen pagar nuevo impuesto para ayudar a Alemania. La Jornada, México, 16 de julio de 2010, p.25.
[6] Cfr. The Failed States Index 2010. Foreign Policy. http://www.foreignpolicy.com/articles/2010/06/21/2010_failed_states_index_interactive_map_and_rankings.
[7] Término políticamente correcto que no provoca urticaria en los detentadores de dichos poderes y que supera con mucho, en plena posguerra fría o “poshistoria”, en concordancia con la tesis hoy retractada de Francis Fukuyama, al concepto de Luis Althusser de Aparatos Ideológicos de Estado, cuya sola mención puede provocar una cacería contra el autor de este artículo, acusándolo de marxista trasnochado, chavista, castrista, lopezobradorista, miembro de células bolivarianas, guevaristas, maoístas, trotskistas, leninistas, estalinistas… o algo peor: la percepción, tan en boga en este sexenio, de que esta publicación está lanzando arengas incendiarias filo comunistas, un auténtico “peligro para México”.
[8] “Lo establecido”, el mundo que nos heredó las generaciones precedentes, contra el que lucharon y al que pretendieron transformar en sus inicios algunos iconos rebeldes célebres de todas latitudes y todas las trincheras, para al final terminar formando parte de él. nuevamente, con sus honrosas excepciones.
[9] Hacer cambios graduales o radicales, lo que incluye dejar de poner parches a la casa vieja. A veces es mejor  tirarla y reconstruirla. La forma de hacerlo es lo que entraría a debate.
[10] Diccionario de la Lengua Española, 21ª. ed., Real Academia Española. www.academia.org.mx/rae. Diálogo, argumentación, discusión, debate, razonamiento, tesis, antítesis, síntesis, cambio.
[11] http://www.noruega.es/About_Norway/policy/political/general/. “La participación del pueblo en la política tiene lugar a través de las elecciones directas y la afiliación a las organizaciones políticas. El noruego medio es miembro de cuatro organizaciones y aproximadamente el 70% de la población adulta es miembro al menos de una organización. Dichas organizaciones pueden ejercer influencia sobre las autoridades por medio de contactos formales e informales con la administración pública. Ese contacto estrecho entre los comités parlamentarios, los ministerios y los grupos políticos demuestra que la política noruega está orientada hacia segmentos como la industria, la agricultura y la educación”.
La participación electoral normalmente alcanza casi un 80%. El sufragio universal para los hombres se introdujo en 1898, y para las mujeres en 1913. La mayoría de edad está actualmente en los 18 años.