LAS DIEZ GUERRAS PERDIDAS DE FELIPE CALDERÓN
Por
Ramón Alberto Garza
Fuente: Ramón Alberto Garza. “Diez guerras perdidas de Felipe Calderón” Reporte Índigo, núm. 220: Diez guerras perdidas de Felipe Calderón, 11 de marzo de 2011, pp.1-4, http://www.reporteindigo.com/
1. LA GUERRA AL NARCOTRÁFICO
Cuando el primero de diciembre Felipe Calderón tomó posesión como presidente de México, fueron su necedad, terquedad y obstinación las que hicieron posible su legitimación en el papel.
Viniendo de una muy cuestionada elección frente a Andrés Manuel López Obrador, la apuesta era que no entraban ni él ni Fox al recinto de San Lázaro para consumar la transmisión de poderes y la colocación de la banda presidencial.
Pero apenas se vio la tela tricolor en el pecho, Felipe Calderón intentó recuperar la legitimidad cuestionada con un Quinazo al estilo de Carlos Salinas o un Raulazo Salinas de Gortari del corte de Ernesto Zedillo.
Y no eligió mal. El flagelo del narcotráfico y del crimen organizado trastocaban ya el tejido político, social y económico de muchas regiones de México.
Tanquetas por delante, enfiló a su natal Michoacán para sacar al Ejército a las calles y dar una demostración de fuerza que todavía hoy se cuestiona si era necesaria.
Nadie dudamos de la urgencia del combate, nadie pone en tela de juicio que hay que frenar el veneno de la sociedad que ya impuso un estado sobre otro Estado. Eso es digno de aplauso.
El cuestionamiento radica en si la estrategia de sacar a las calles a los militares y a la Marina era el camino más efectivo. Treinta mil muertos en cuatro años y un crimen que avanza rampante dan la respuesta incuestionable.
2. EL CAPRICHO DE GARCÍA LUNA
No se puede hablar de la guerra contra el narcotráfico sin hablar de Genaro García Luna.
A estas alturas del sexenio, muy pocos entienden por qué el presidente sostiene a un incompetente que tiene todas las presunciones de ser un corrupto al servicio de los cárteles. Sobran los que le dicen “el favorito”.
“¿Qué le da?”, “¿De dónde lo tiene agarrado?”, “¿Qué grabaciones le tiene?”, son los cuestionamiento más frecuentes cuando se peguntan por qué García Luna es de los muy escasos secretarios de Estado que a pesar de su pésimo desempeño, se mantiene intocable.
Desde el caso del niño Martí, pasando por el de la señora Wallace y ni se diga el caso de la francesa Florence Cassez, ningún cuestionamiento parece tocarlo. Hasta se da el lujo de aparecer esporádicamente, cuando quiere, dejándole al presidente la ingrata tarea de ser él quien dé la cara por sus incompetencias.
Habiendo superado a sus mentores Jorge Tello Peón y Wilfrido Robledo, y presumiendo que su inamovilidad se la da el apellido Slim, dedica sus mejores tiempos a seducir comunicadores para contarles el cuento de cómo la guerra perdida está ganada.
Nunca se le ha visto confortando a la familia de una víctima inocente, nadie sabe las matemáticas que hace con sus finanzas para tener dos casas y un rancho con el modesto oficio de servidor público.
Por ahora marea al presidente con la promesa de que tiene en su poder los expedientes de dos o tres gobernadores priistas ligados al narcotráfico, y que con eso, el PAN o la alianza impedirán el regreso del tricolor a Los Pinos.
3. LA GUERRA CONTRA EL PRI
Sin la legitimidad que le prestó el PRI a Felipe Calderón el primero de diciembre de 2006, el presidente no estaría despachando, o lo estaría haciendo en muy precarias condiciones.
Fueron los buenos oficios tricolores los que frenaron la ola amarilla que amenazaba con impedir que Vicente Fox colocara la banda presidencial a su sucesor.
La maniobra resultó, se destapó el champagne y, desde ese momento, Felipe Calderón juró amor eterno a los priistas que lo sostuvieron en los momentos más oscuros de los inicios del sexenio.
Y no era para menos. De la mano del voto priista comandado por Carlos Salina de Gortari, con Elba Esther Gordillo como comandanta en jefe y una artillería de seis gobernadores Tucom, Calderón pudo imponerse –haiga sido como haiga sido– al “peligro para México”.
Los planes del cogobierno para sacar adelantes las reformas fiscal, energética y laboral terminaron en engendros mal concebidos.
Y al que lo dude, que recuerde la urgencia con la que se planteaba la reforma energética para construir hace años una moderna refinería que todavía hoy no se traza.
Pero algo pasó en el camino que a pesar de los buenos oficios de la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, las relaciones entre el presidente y el PRI se agriaron al grado del rompimiento. O mejor dicho, de la obsesión.
Hoy la única necedad, terquedad y obstinación de Felipe Calderón es que el PRI no regrese a Los Pinos. Y si para eso tiene que aliarse con “su diablo”, el PRD, el precio bien lo vale.
4. LA GUERRA CONTRA EL PAN
Muy poco hay que decir de esta guerra que Felipe Calderón la tiene más que perdida. Ni en su partido lo quieren.
Y eso quedó demostrado en la última elección del presidente nacional albiazul, cuando su hombre, Roberto Gil, no fue capaz de derrotar a Gustavo Madero.
Los panistas le perdieron la fe a su líder. Lo hicieron cuando al más puro estilo piista impuso a Germán Martínez para que terminara de cocinar la peor debacle política con el PAN en el poder. Masacre de guerra.
Le perdieron el respeto a Felipe Calderón cuando, también por dedazo, le dio el beneficio de la duda a César Nava para que recuperara el terreno perdido. Las alianzas con el PRD en Oaxaca, Sinaloa y Puebla salvaron cara, pero no le parecieron suficientes.
Por eso, cuando vino el relevo de cuadros, Felipe Calderón se invistió de los defectos de Enrique VIII. Y empleando a Patricia Flores como su Ana Bolena, pretendieron imponer a Roberto Gil Zuarth como el nuevo dirigente.
La corte tradicional se alzó en rebelión, y con Margarita Zavala al frente, impulsaron la candidatura ganadora de Gustavo Madero, el Tomás Moro legislativo. El enojo presidencial llegó hasta la decapitación de Juan Molinar Horcasitas como secretario de Comunicaciones.
Por ahora, lo único cierto es que si alguien no tiene los hilos de la sucesión presidencial de 2012 es Felipe Calderón. Sobre todo cuando minimiza a sus generales para salir a decir que el postulado podría ser un ciudadano no panista.
5. LA GUERRA DE LOS PASTELES
Cuando Felipe Calderón decidió faltar no repatriar a Florence Cassez con base en el Tratado de Estrasburgo, le declaró la guerra a una superpotencia.
Y en esta batalla, el presidente no midió la posibilidad de terminar derrotado.
Desde "la guerra de los pasteles", las relaciones entre México y Francia no habían estado tan deterioradas como hoy.
Y es que no sólo se cancelaron las actividades del Año de México en Francia, sino que se volvieron a exhibir las miserias del sistema de justicia mexicano. En parte, gracias al montaje que armó el secretario favorito del presidente, Genaro García Luna.
Cada día son más los que están convencidos de que Florence Cassez no fue juzgada conforme a un debido proceso.
Como también, cada día es más sabido que el secretario de Seguridad Pública ha sido el principal promotor de la satanización de la prisionera francesa, quien lo exhibió públicamente como el que instrumentó el montaje televisado de la supuesta liberación de dos secuestrados.
Sin embargo, esto no es todo. Para muchos, Felipe Calderón le ganó la partida a Nicolas Sarkozy con la negación del amparo dictada por el Séptimo Tribunal Colegiado de Circuito. Lo cierto es que pudiera darse el caso de que Florence Cassez sea liberada.
Y es que la Suprema Corte de Justicia ya admitió el recurso interpuesto por Agustín Acosta, abogado de Cassez, para que se revise el caso. Esto aun y cuando se suponía que el Tribunal Colegiado había sido la última instancia en definitiva.
Para colmo, según fuentes estrechamente vinculadas al caso, el gobierno de Sarkozy podría tener suficientes evidencias que presuntamente probarían que el gobierno de Calderón presionó a los magistrados del Tribunal Colegiado para que le negaran el amparo a Florence Cassez.
Y que precisamente por eso, de manera por demás excepcional y extraordinaria, la Suprema Corte resolvió revisar el caso.
6. LA GUERRA CONTRA ESTADOS UNIDOS
Casi desde que inició el sexenio, las relaciones de México con Estados Unidos se deterioraron rápidamente. A partir de entonces, la embajada norteamericana empezó a cuestionar el desempeño del gobierno mexicano.
Y es que mientras Felipe Calderón le declaraba la guerra al narcotráfico, cada día era más evidente que su estrategia era un fracaso.
Para 2009, la situación ya era muy grave, y el presidente decidió entonces declarar otra guerra para justificar sus fallas. Esta vez, contra el gobierno de Estados Unidos.
Según la explicación oficial, si había más muertos en México, se debía a la "cooperación insuficiente" de los gobiernos estadounidenses para disminuir el consumo de drogas en su país, así como a su negligencia para impedir el tráfico de armas hacia el territorio mexicano.
El colmo fue cuando el 3 de marzo pasado, el presidente Calderón en una entrevista para el Washington Post, siguió culpando al gobierno de EU de no actuar para impedir la exportación de armas.
Por eso no es difícil entender que después de la visita de Calderón a Washington, el gobierno de Obama decidiera ratificar al embajador Carlos Pascual contra los deseos del presidente mexicano.
También es entendible la declaración que hizo la secretaria de Seguridad Interna Janet Napolitano el 9 de marzo ante un Comité Legislativo: “Seguimos muy preocupados por la violencia de los cárteles de la droga en México y tenemos que protegernos vigorosamente contra los efectos de un potencial desbordamiento (de esa violencia) a Estados Unidos”.
7. LA GUERRA DE SU EQUIPO INTERNO
La guerra entre los colaboradores y amigos más cercanos de Felipe Calderón también ha causado bajas, desafectos y resentimientos.
Basta revisar quiénes iniciaron en el gobierno como los más cercanos, para darse cuenta de que la mayoría de ellos ya no están en el ánimo íntimo del presidente.
Uno de los primeros en salir fue César Nava, quien empezó el sexenio como secretario particular del mandatario y hoy es un diputado más de la bancada del PAN.
Es cierto que después de la muerte de Juan Camilo Mouriño, con quien Nava tenía una especie de rivalidad, el michoacano salió de la Secretaría Particular para ocupar la Presidencia de Acción Nacional.
Pero también es cierto que un día Nava perdió toda comunicación con la casa presidencial y fue prácticamente obligado a desistir de su intención de continuar al frente del blanquiazul.
Hoy Nava es simplemente un diputado más, como lo es Francisco Ramírez Acuña, quien otrora fue el principal protector de Felipe Calderón, y por lo mismo fue designado secretario de Gobernación.
Sus conflictos con Mouriño, entre otras cosas, lo sacaron del gabinete.
Otra víctima de las guerras de Calderón fue Max Cortázar. El vocero que ocupaba el puesto, pero nunca lo fue.
Terminó hecho añicos después de sus confrontaciones con Patricia Flores Elizondo, ex jefa de la Oficina de la Presidencia de la República, quien también tuvo que salir de Los Pinos.
Ni qué decir de Juan Molinar Horcasitas. Después haber sido director general del IMSS y secretario de Comunicaciones y Transportes, hoy está prácticamente confinado en una posición burocrática del CEN panista.
Sin duda, hay muchos casos más que ponen de manifiesto que la explosividad y la desconfianza que siempre han caracterizado a Felipe Calderón lo están llevando a perder la guerra contra la soledad.
8. LA GUERRA ENTRE LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD
El presidente lo niega, pero la confrontación interna entre los hombres clave de su gabinete de seguridad ha sido una realidad desde que inició su administración.
Y es que para nadie es un secreto que aun antes de que Felipe Calderón asumiera el poder, una buena parte de los más altos oficiales del Ejército Mexicano le advirtieron, a través de Juan Camilo Mouriño, sobre los enormes riesgos que entrañaba el nombramiento de Genaro García Luna como secretario de Seguridad Pública.
Sin embargo, tanto Calderón como Mouriño, por alguna poderosa razón que aún se desconoce, prefirieron ignorar la advertencia del Ejército y convirtieron a García Luna en el mandamás y favorito del poder presidencial.
De ahí que también el ex procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, al igual que el actual, Arturo Chávez Chávez (de quien se dice que pronto renunciará), tuviera serias confrontaciones con la SSP federal.
Los conflictos entre los diversos cuerpos armados del Estado mexicano también involucran a la Secretaría de Marina. Ciertamente, una institución con menos hombres y armamento, pero que cuando actúa, lo hace con asombrosa eficacia, y a la que se le atribuye contar con el beneplácito del embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual.
Quizá por eso Felipe Calderón montó en cólera cuando se enteró que el embajador norteamericano, entre otras cosas, envió este reporte a Washington:
"Las instituciones de seguridad de México son a menudo presas de una competición de suma cero, en la que el éxito de un organismo se ve como el fracaso del otro. La información se guarda celosamente y las operaciones conjuntas son casi desconocidas".
9. LA GUERRA DE LAS TELECOMUNICACIONES
Al inicio del sexenio ya se venía venir esta guerra.
Se trataba de una inminente gran conflagración que Reporte Indigo anunció desde hace más de tres años.
Sin embargo, Felipe Calderón la dejó correr, y hoy se encuentra atrapado en medio de los peligrosos fuegos cruzados de quienes se disputan el poder de la televisión y el negocio de las telecomunicaciones.
En una esquina está Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, dominante en la telefonía mexicana y controlador de las tarifas de interconexión.
En la otra están Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, dueños de las audiencias de las pantallas de televisión y de la imagen de los funcionarios y políticos mexicanos.
¿Quién ganará, quién perderá? Es difícil saberlo, lo que sí es un hecho es que esta guerra la lleva perdida el único que podría haberla evitado.
Se trata de Felipe Calderón, quien por acción o por omisión, no supo, o no quiso, controlar este conflicto para que en lugar de 2 ó 3 jugadores, hubiera condiciones de equidad para que Slim, Azcárraga, Salinas o “Juan Pérez”, pudieran competir a base de mejores precios y servicios.
Condiciones que no sólo permitieran ganar a los prestadores de estos servicios públicos que son objeto de una concesión, sino también al gran público que paga por ellos y que tiene derecho a recibir la mejor calidad al mejor precio.
10. LA GUERRA CONTRA EL EMBAJADOR PASCUAL
"Yo, al embajador estadounidense no tengo por qué decirle cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad ni qué digo; la verdad es que no es un asunto de su incumbencia".
Eso fue lo que dijo Felipe Calderón en una entrevista concedida al periódico El Universal el pasado 28 de febrero.
Con estas palabras, hacía público el estatus de su guerra contra el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual.
¿Por qué este conflicto? Existen al menos dos razones.
La primera obedece al ámbito de las relaciones personales del diplomático. Felipe Calderón se queja en corto de que Pascual está vinculado sentimentalmente con una hija de Francisco Rojas Gutiérrez, coordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados.
Supuestamente, eso hace que los juicios del embajador estén sesgados.
La segunda razón es la que ya ha expresado públicamente el presidente Calderón: "Ese señor es un ignorante que distorsiona lo que realmente sucede en México".
Y es que en los cables difundidos por WikiLeaks se advierte que casi desde que Carlos Pascual se instaló en México, se formó un juicio adverso sobre el desempeño del mandatario.
Además, sus apreciaciones sobre la falta de coordinación y capacidad de los cuerpos de seguridad del gobierno irritaron a Calderón.
Por eso, en un intento casi desesperado por lograr que Barack Obama removiera al embajador, Calderón se volvió a quejar de Pascual.
"Es difícil construir la confianza, pero es fácil perderla", dijo el mandatario mexicano al Washington Post.
Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos contestó a través de P.J. Crowley, vocero del Departamento de Estado.
"En nuestra opinión, está haciendo una labor tremenda en nombre de la relación bilateral entre Estados Unidos y México, y desconozco que haya planes de ajustar su estatus".
Otra derrota para Felipe Calderón